martes, 4 de noviembre de 2008

Meta

Algún Domingo de algún año, la tristeza se esfumó y las tardecitas después de la siesta, comenzaron a ser el preámbulo de un ocaso sin pena. El aire cálido del viento norte pegando siempre en su cara limpia, pura, pero no inocente, pedaleando a pura sangre sobre el asfalto.
La meta en la frontera misma del horizonte y ya! marchando veloz, para que el charco del pasado no alcance a salpicar y las voces oscuras derramadas en lluvias negras, solo sean malos ratos en el esfuerzo cotidiano del olvido.

2 comentarios:

Xi dijo...

Es como lo que decía Drexler: "de repente la pena voló y no importó ya ni siquiera porqué... se va, se va... se fue".

Un abrazo para derrotar silencios indeseados, y para dejarlos donde hagan falta, como parte de la melodía cotidiana.

Y un besote.

silente dijo...

Algún día las penas terminan, aunque hay ciertos dinosaurios que se empeñan en aturdir la verdad.

Beso a gritos